Es interesante ver cómo tras la proclamación de la II República asistimos a un proceso de adaptación de las viejas élites de la Restauración hacia los nuevos partidos republicanos. Manuel Requena ha estudiado en profundidad este fenómeno de transfuguismo de los políticos tradicionales para acomodarse al nuevo régimen republicano. Muy ilustrativas de esta realidad fueron las palabras pronunciadas por Unamuno, que en su visita a Albacete en 1934, llegó a decir que no fueron los republicanos quienes trajeron la República; ha sido la República la que ha traído a los republicanos.
La derecha no republicana tuvo serios problemas para reorganizarse tras el 14 de abril debido al abandono de la actividad política de algunos de sus dirigentes. Su poder había sido erosionado, pero no había desaparecido en absoluto. En las áreas rurales siguieron funcionando los viejos métodos caciquiles, pero poco a poco se abrió camino en las derechas la organización de los partidos de masas y de campañas electorales animadas por una propaganda adecuada para atraerse a la opinión católica, dominante en amplias zonas de la Meseta castellana.
Destacados caciques como Jiménez de Córdoba, optan por refugiarse en el Partido Radical, o Job Escobar en el Partido Republicano Liberal Demócrata. Otros encabezan la representación de los intereses agrarios, a menudo en relación con Acción Nacional, y su heredera, la CEDA. Este fue el caso de Pedro Acacio, propietario muy influyente en La Roda y comarca [1]; o de los rodenses Enrique Escobar Hore y Aurelio Jiménez Izquierdo, que serán respectivamente en 1932, Presidente y Vicepresidente de la Unión Agraria Provincial [2], surgida al calor de la contrarreforma agraria. Tras una intensa campaña propagandística, abría sus puertas Juventud Católica en La Roda, cuya sede era inaugurada en septiembre de 1933. Con este resurgir del asociacionismo católico se creaba también la Asociación Católica rodense de Padres de Familia o el sindicato Sociedad de Labradores de Santa Marta.
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