martes, 6 de abril de 2021

Presentación del libro II República y Guerra Civil en La Roda, Albacete (1931-1939)

     El pasado viernes 26 de marzo de 2021 presenté en el Auditorio de la Casa de la Cultura de La Roda el libro prologado por Ángel Viñas y titulado II República y Guerra Civil en La Roda, Albacete (1931-1939). Sentados junto a mí estuvieron Antonio Selva, director del Instituto de Estudios Albacetenses y Juan Ramón Amores, alcalde de La Roda. A ambos les agradezco profundamente su asistencia en ese día tan importante para mí y para el pueblo de La Roda, porque como dije: “hasta la fecha no se sabía prácticamente nada o nada se había escrito sobre este periodo de nuestra historia más reciente, dramático y lamentable, pero también muy prodigioso desde un punto de vista histórico”.



     A continuación realizaré una breve reseña sobre la presentación para que quede constancia y también para que los que no pudieron asistir, se hagan una ligera idea de lo que allí se habló. En efecto, eché de menos a algunos amigos y colegas que, dadas las restricciones sanitarias, no pudieron venir.

  Comencé hablando de mi interés por esta temática remontándome incluso a mi infancia, cuando mi abuela Carmen me hablaba de la placa de los Caídos que todavía luce en la fachada de la Iglesia del Salvador (privilegio que tiene los días contados), o cuando un día que la acompañé al Cementerio, me habló de las personas que allí mataron (sus restos descansan en varias fosas comunes) y de los impactos de bala en la tapia. A mí todo esto me asombraba, pero no lo entendía. De hecho, pasé por la enseñanza obligatoria sin aprender casi nada sobre el periodo hasta llegar a la Universidad. Y esto no fue casualidad.

    Pasar por la enseñanza obligatoria sin aprender casi nada sobre el periodo, no fue casualidad. En la presentación no me extendí en este punto pero sí que quisiera dejar constancia en estas líneas sobre la importancia que tiene esta observación. Y es que la Ley de Amnistía de 1977 nos obligó a olvidar a la sociedad española. Se impuso el olvido y yo, como el resto de jóvenes que pasamos por la enseñanza obligatoria, salimos de la misma sin apenas estudiar este importante periodo de nuestra historia.  Sin embargo, con tan solo 11 añitos me llevaron a visitar el Valle de los Caídos desde un colegio que se llamaba nada más y nada menos que Jose Antonio, en honor al líder del fascismo español.

     Pienso que es lamentable que sucesivas generaciones de españoles hayamos salido del sistema educativo ignorando nuestro pasado reciente o sin entender la lucha por la democracia o el papel de los fascismos en el siglo XX.  Se ha podido investigar. Eso es cierto. Ha habido una intensa renovación historiográfica pero finalmente se impuso un relato: el relato de los vencedores. Rebatir este relato es muy difícil porque verdaderamente lo dejaron todo “atado y bien atado”. Y estas son las razones por las que al principio de la presentación explicaba que no fue casualidad. No fue casualidad que hubiera salido del sistema educativo español sin saber prácticamente nada sobre este periodo.

     Continuando con el contenido de la presentación, seguí hablando sobre la curiosidad que siempre despertó en mí la comprensión del drama de la guerra civil. Y así fue como, junto a mi amigo Paco, comencé a buscar información sobre el supuesto paso de las Brigadas Internacionales por nuestro pueblo. Personas del ámbito cultural local me llegaron a decir que aquí no habían llegado brigadistas pero, para nuestra sorpresa, dimos con mucha información. Incluso llegamos a localizar dos textos de dos combatientes internacionales que escribieron sus experiencias a su paso por La Roda. Se trataba del belga Nick Gillain y del británico John Sommerfield.

     Seguí interesándome por aspectos concretos sobre la guerra civil en nuestro pueblo, como el estudio de la represión franquista debido, como decía, a la existencia de varias fosas comunes en el Cementerio. Finalmente, iba descubriendo tantas cosas que allá por 2014 me planteé el estudio de este periodo de manera sistemática y profesional. Junto a la visita a multitud de archivos en busca de fuentes documentales, comencé a leer toda la bibliografía sobre guerra civil en la provincia de Albacete y también bibliografía de carácter más general. Diseñé un blog, primero en Blogger y posteriormente en WordPress y ahí comencé a publicar todos los artículos que iba escribiendo.  

    Simultáneamente me puse en contacto con muchas personas. Tampoco quise extenderme en todos los contactos que he mantenido durante todo este tiempo, pero realicé un pequeño esbozo de las personas a las que contacté: profesores de historia contemporánea de la UCLM, algunos políticos de la transición, con asociaciones de memoria histórica, con historiadores y expertos en esta materia de La Roda, con el Instituto de Estudios Albacetenses, con familias descendientes de represaliados rodenses, etc. También destaqué la inmensa fortuna que tuve de poder entrevistarme con dos testigos directos de la guerra civil. Igualmente volví a reiterar el profundo agradecimiento que siento hacia Ángel Viñas por la realización del prólogo del libro. En último lugar, como no podía ser de otra manera, no pude dejar de agradecer la ayuda y el apoyo que a lo largo de este estos años he recibido por parte de Pascual Honrubia y Roger Cortijo.

     Sobre la búsqueda y estudio de los vestigios documentales, destaqué que las fuentes primarias más importantes para el desarrollo de este trabajo fueron (resumiendo mucho): las Actas de Plenos del Ayuntamiento de La Roda, los expedientes de los Consejos de guerra franquistas y también la documentación del Comité de Enlace del Frente Popular de La Roda. Respecto a este conjunto documental, aludí a que en su día se perdió de manera rocambolesca (como casi siempre). Pero antes de que esto sucediera, Antonio Selva lo tuvo en sus manos y lo pudo fotocopiar. Gracias a ello, pude tener acceso a esta valiosísima fuente de información.

     A continuación introduje una breve pincelada sobre teoría y metodología de la historiografía, de mi labor como historiadora o escribiente de la historia y una breve conclusión sobre los peligros de los usos públicos de la historia, un concepto más que trillado desde el siglo XIX por multitud de filósofos e historiadores del ámbito occidental. Destaqué que intenté ser lo más imparcial y objetiva posible a la hora de reconstruir nuestro pasado, partiendo de la realidad innegable de que nuestro presente nos condiciona sobre todo porque todos tenemos una ideología previa. Todos interpretamos la realidad y, por tanto, el pasado, en función de unos esquemas y valores previos. Esto es más difícil cuando abordamos un pasado que ya no existe y del que tan solo quedan pequeños fragmentos, generados bajo las más variopintas circunstancias, en este caso concreto, en un contexto bélico. Es decir, los documentos a los que tuve acceso están totalmente politizados.

     Lo que se cuenta en el libro procede de las referencias bibliográficas sobre la Roda, que son muy pocas. La gran mayoría de la información procede de lo que encontré en los documentos, que son muchos, muchísimos. Los datos están ahí, en los documentos, pero resulta que éstos obviamente no hablan por sí mismos. Por tanto, yo he interpretado y explicado la información que han aportado las distintas fuentes o documentos. Y como dije en la presentación, esto fue precisamente lo más complicado. Para entender hay que pasar de lo disperso y complejo a lo simple y para ello, hay que sintetizar. Porque para entender hay que hacer síntesis. Si no hacemos esto, la historia no se entiende. Y de lo que se trata es de que entendamos. De comprender lo que sucedió, por qué sucedió y algunas de sus consecuencias.

     Evidentemente esta no ha sido una labor inocente.  Al fin y al cabo, se trata de ser profesionales y honestos, y de no forzar el pasado desde el presente. En este sentido, yo ni he ocultado ni manipulado datos en ningún momento. Habrá cosas que gusten más, cosas que gusten menos. Pero serán cosas que sucedieron, para bien o para mal, le guste a quien le guste, le pese a quien le pese. A esto hemos de añadir que no será una imagen completa del pasado ya que en la reconstrucción del mismo hay muchas lagunas. Debido a que las fuentes no están completas, habrá aspectos del pasado que siempre permanecerán ocultos o en el terreno de la especulación.

      Sobre el contenido, no quise extenderme mucho porque nada más que recurriendo al índice del libro, y sobre todo leyéndolo, se puede comprender perfectamente la estructura y contenido del mismo. En cualquier caso, el libro quedó dividido en dos grandes bloques, como no podía ser de otra forma: primera parte sobre II República y segunda parte sobre Guerra Civil. Sí que me gustaría dejar constancia de algunas conclusiones interesantes que podemos extraer de la lectura de ambos bloques.

     Con respecto al periodo de la II República en La Roda, más allá del análisis extricto del contenido y de las reformas que se introducen durante el primer bienio, quise destacar la plasmación en el libro de todo tipo de conflictos que surgieron entre los distintos partidos, sindicatos y asociaciones políticas, y entre los distintos grupos sociales. Esto fue así porque al no tratarse de un régimen autoritario o totalitario, sino de un régimen profundamente democrático, donde casi durante todo el periodo hubo libertad de expresión, el enfrentamiento abierto entre los distintos grupos fue una realidad constante. A ello debemos añadir que el contexto histórico no era nada propicio para la consolidación de auténticas democracias en la Europa de entreguerras.

     Por otra parte, en La Roda hubo un fuerte arraigo del fenómeno del caciquismo. Aunque se luchó por acabar con las viejas corruptelas electorales, éstas subsistieron. De hecho, los procesos electorales durante el periodo estuvieron llenos de anomalías: desde el principio mismo de la proclamación de la República, con la aplicación del polémico artículo 29 de la Ley electoral (en La Roda no se celebraron las elecciones de abril de 1931 que trajeron la República porque se nombró un Consistorio monárquico en virtud del artículo 29) u otras irregularidades como la sucesiva suspensión de consistorios por orden de los gobernadores civiles.

     La Roda también constituyó un ejemplo paradigmático en el conjunto de la nación ya que, a pesar de tratarse de un núcleo urbano en aquella época (donde solían ganar opciones de izquierdas), siempre ganaron corrientes conservadoras, de derechas, incluso en las elecciones de febrero de 1936.

    En adelante me extendí en el análisis de los distintos grupos políticos que protagonizaron el enfrentamiento desde la proclamación de la República sobre todo por los extremos, destacando también que no hubo violencia física antes del golpe de Estado de julio de 1936. Dicho enfrentamiento estuvo representado por un lado por los monárquicos antidemócratas y antirrepublicanos (que nunca aceptaron el nuevo régimen) y, por otro lado, por la extrema izquierda: por el anarco-sindicalismo a nivel nacional, y en La Roda por el sindicalismo de corte socialista, es decir, por UGT (que siempre consideraron las reformas lentas e insuficientes). En la Roda no hubo anarquismo hasta septiembre de 1936, fecha de aparición de la CNT local con la peculiaridad de que se constituye para proteger a personas de derechas.

     Sobre el Partido Comunista, me gustó mucho dejar bien claro que el PC apareció por primera vez en La Roda en agosto de 1936 y que en España su papel fue insignificante hasta el inicio de la guerra. Quise decir con esto que cuando los militares golpistas y los historiadores y propagandistas del régimen justificaron la insurrección para acabar con la oleada de comunismo que estaba asolando el país o con la conspiración judeo-masónica-bolchevique (al loro con esto), hemos de ser conscientes de que nos encontramos frente a una falacia histórica de primera magnitud. El Partido Comunista en España antes de la guerra fue prácticamente inexistente. La revolución comunista que los sublevados tanto temían la provocaron con el golpe de Estado. Posteriormente sí que se producirá un desarrollo espectacular del PC en suelo español debido a que la única ayuda algo significativa y para nada gratuita que recibió el régimen republicano para su defensa fue de la URSS. La ayuda que los conspiradores recibieron del Tercer Reich o de la Italia fascista de Musolinni fue infinitamente superior cualitativa y cuantitativamente. El silencio de las grandes democracias occidentales, de Francia, Inglaterra y EEUU también condicionó de manera decisiva, la evolución, desarrollo y resultado final del conflicto.

     Sobre Falange, el partido fascista español, introduje que en 1935 ya hay datos de su existencia en La Roda. Muchos políticos conservadores, sobre todo los católicos de la CEDA se vieron atraídos por él, ingresando en sus filas. Sin embargo, el mayor protagonismo en Falange lo tuvieron los sectores juveniles, en su mayor parte hijos de diferentes políticos conservadores del periodo. Ellos protagonizaron el golpe de Estado en la Roda, junto a los monárquicos y la Guardia Civil.

    En medio de este tinglado se encontraba el mundo de los partidos republicanos, de los grupos que trajeron la II República. Se trató en efecto de gentes ilustradas, moderados, reformistas, católicos, etc. En ningún caso revolucionarios. Estuvieron a medio camino entre los extremos, a los que se tuvieron que enfrentar indistintamente. De hecho, debido a la intensa oposición de UGT a las políticas republicanas, en mayo de 1936 la coalición de gobierno (concretamente de Izquierda Republicana y PSOE) estalla por los aires, llevando al colapso al Consistorio local.

     Está claro que anarquistas (en el ámbito nacional) y socialistas radicalizados (concretamente en La Roda) influyeron en el derrumbe del proyecto republicano, pero quienes finalmente acabaron con la II República, fueron aquellos que protagonizaron el golpe de Estado de julio de 1936, generando una cruenta guerra civil de casi 3 años de duración. Y no era la primera vez que lo intentaban. En agosto de 1932 la sublevación militar protagonizada por Sanjurjo no dio sus frutos. Hubieron de esperar 4 años más para ver cumplidos sus deseos de acabar con la democracia española.

     También destaqué con insistencia que la Guerra Civil española no comenzó en octubre del 34 ni en febrero del 36. Es inquietante que gente con estudios universitarios (y de la rama de humanidades para más inri) te digan que la guerra civil comenzó en octubre del 34. En octubre del 34 se produjo una HUELGA GENERAL REVOLUCIONARIA que fue duramente sofocada por orden de las autoridades republicanas. Hemos de llamar a las cosas por su nombre. Por otra parte, en febrero del 36 hubo unas ELECCIONES DEMOCRÁTICAS, donde pese a las anomalías, ganó el Frente Popular, cosa que las derechas nunca quisieron aceptar. De hecho, es a partir de este momento, de febrero del 36, cuando comienza a gestarse de manera más efectiva el GOLPE DE ESTADO que culmina el 18 de julio de 1936, ni antes, ni después.

     Introduciendo la parte sobre guerra civil, a continuación destaqué que la conspiración militar en La Roda fue todo un éxito. Como analizó Ángel Viñas en su penúltimo libro, ¿quiénes quisieron la guerra civil? Desde luego que, en La Roda, como en el resto del país, la conspiración fue organizada por los sectores monárquicos, apoyados por el fascismo o Falange Española, a pesar de sus diferencias. Esta conspiración de naturaleza estrictamente política tuvo un brazo ejecutor que fue una pequeña parte del Ejército español, incluyendo aquí obviamente a la Guardia Civil.

     Durante toda una semana los insurrectos controlaron el pueblo, hasta que la provincia cayó en manos republicanas, después de esta semana de intensos combates y bombardeos en Albacete capital. Es importante destacar también que los rebeldes no iniciaron ninguna matanza en La Roda durante esta semana, a diferencia de lo que sus homólogos estaban haciendo en otros puntos de España en los que triunfó la sublevación.

     Sin embargo, la insurrección monárquico-fascista-militar finalmente fracasó porque los rebeldes no consiguieron su objetivo. Se produjo una división de las fuerzas armadas y al Estado español ya le fue imposible controlar el orden público. De inmediato se inició una oleada de violencia y un desprecio por la vida sin precedentes en suelo español.

     Dado el vacío de poderes que generó el golpe, el Ayuntamiento pasó a un segundo plano y, en el pueblo de la Roda, como en el resto del territorio republicano, una nueva autoridad se hizo con el poder: se trataba del pueblo en armas, organizado en un Comité, llamado Comité de Salud Pública, después conocido como Comité de Enlace del Frente Popular, que integró a todos los representantes de los distintos partidos, asociaciones y sindicatos de izquierdas de la localidad.

     Por tanto, tenemos que aparte de la guerra, en la retaguardia republicana se dio inicio también a una salvaje y profunda revolución en todos los órdenes. Bajo las directrices del Comité revolucionario, se persiguió, detuvo e incluso asesinó a todos los que organizaron o participaron en la insurrección militar, incluidos miembros del clero. Sus posesiones fueron incautadas, y sus negocios y fincas, colectivizados.

     Es decir, se acomete la persecución y eliminación radical de todas aquellas personas que quisieron la guerra. Se quiso borrar del mapa a estas personas y también el mundo que representaban o que los representaba, de ahí los ataques a la Iglesia. El modelo social de los insurrectos ya no tenía cabida en este escenario de guerra y revolución. Una guerra y una revolución que, y esto hay que decirlo alto y claro: sin el golpe de Estado, jamás se hubieran producido.

     Continué hablando del contenido del libro hasta el fin de la guerra y la represión franquista para pasar finalmente a cerrar la presentación con una breve reflexión sobre la necesidad de hacer justicia y memoria históricas y sobre la importancia de conocer nuestro pasado. Hice hincapié en que no hay posibilidad de sanar o curar las heridas que se tapan, se esconden o se ocultan. No hay capacidad crítica sobre lo que no se conoce o mal-conoce.

     Destaqué que debemos conocer nuestra historia para, entre otras cosas, saber diferenciar entre democracia y fascismo; o para diferenciar entre los profesionales que crean conocimiento con pruebas y fuentes documentales, de aquellos que hacen propaganda y emiten opiniones como si fueran verdades absolutas, incluso incitando al odio y al enfrentamiento (cosa por desgracia muy presente hoy día en las redes sociales);  conocer nuestro pasado para saber de dónde venimos y por qué estamos donde estamos, ya que los derechos y libertades de los que gozamos actualmente, no nos han caído del cielo. Mucha gente quedó en el camino para que nosotros vivamos hoy como vivimos aun reconociendo la diversidad en las situaciones personales. En último término, destaqué que es importante conocer nuestro pasado, entre otras cosas, para entender que la violencia te lleva a un callejón sin salida, para la resolución pacífica de los conflictos y para evitar, en la medida de nuestras posibilidades, que vuelva a repetirse el drama de una guerra civil.