lunes, 26 de octubre de 2015

Primavera de 1936 (I) mucho ruido, pocas nueces

     La victoria del Frente Popular suscitó grandes esperanzas en la clase obrera, con lo que se produjo un aumento espectacular del número de afiliados a los sindicatos obreros, especialmente a UGT en La Roda. Así es como las sociedades obreras socialistas comienzan a presentar reclamaciones contra los abusos de la burguesía y la persecución a que sometían a sus trabajadores. En los Ayuntamientos también se quejaron de las actitudes despóticas e inmorales demostradas por los miembros de la coalicción republicana. Como hemos visto en otros artículos, mientras los Ayuntamientos creaban Oficinas de Colocación, Bolsas de trabajo y Leyes de Términos, éstos se encontraban con las quejas de los trabajadores por su mal funcionamiento, pues evidentemente topaban con la labor obstaculizadora de la patronal.

     Observamos de manera directa cómo en el ámbito de lo local los gobiernos tienen que hacer frente tanto a las actuaciones excluyentes de la derecha como a los sectores más radicales de la izquierda. Tanto por unos como por otros, desde marzo de 1936 aumentarán los altercados tendentes a crear ese ambiente desestabilizador contra la República.

     Por lo que respecta al problema de la tierra y al paro obrero, en los libros de Actas del periodo existe abundante información sobre esta problemática y las diferencias existentes en el mismo seno de la coalición que gobierna. En el marco de la Reforma Agraria, los socialistas presentan una moción sobre la subasta y arrendamiento de los cebadales de Beneficencia, cuyo contrato había expirado en agosto de 1935. Proponen que las parcelas no pueden ser adjudicadas al mejor postor, instando a la Corporación a actuar:

con criterio de humanidad y sentido de estricta justicia (…) ya que existiendo como existe profunda ansiedad de tierra entre los campesinos de la localidad verdaderamente necesitados, vuelvan a ser utilizadas como negocio insano y aprovecharse el arrendatario mejor postor de la subasta de su posición económica que le permite licitar y de la ansiedad ya apuntada de los demás para subarrendar esas fincas obteniendo así un lucro a todas luces moralmente ilícito, con el estigma para nosotros de la complicidad (…) Existe precedente de usura agraria, que pagando una irrisoria suma subarriendan cobrando precios elevadísimos a gentes necesitadas, un acto que ha de merecer la unánime repulsa de todos

   (…)