miércoles, 27 de mayo de 2020

Más asesinatos: venganzas personales y políticas en la retaguardia

     Con el fracaso del levantamiento militar y el estallido de la guerra, se inician una serie de procesos que vamos analizando por separado pero que acontecen de manera simultánea. Me refiero básicamente a la búsqueda y detención de los sublevados, incluyendo sacas y paseos, a la constitución del Comité de Salud Pública y a la incautación y colectivización de fincas, negocios y fábricas. Estos procesos ya los hemos ido viendo, quedando pendiente en adelante el análisis de la persecución religiosa en La Roda, la saca de Quintanar o la creación de los Tribunales Populares en Albacete y su actuación en La Roda.

     Centrándonos en la parte referente a los primeros asesinatos, veíamos cómo durante los meses de julio y agosto se producen los episodios de mayor violencia en La Roda. Respecto a las primeras muertes, recordar que el mismo 25 de julio ya se produce la detención y asesinato de un desconocido, probablemente un Guardia civil huído, en el pinar de La Malena. A este crimen le seguirán el de los tres hermanos Cadenas Rodríguez de Vera: Pascual el 27 de julio, y Leopoldo y César el 7 de agosto.

    Tras el asesinato de Pascual Cadenas, que ya vimos, el 6 de agosto sus hermanos Leopoldo y César Cadenas eran sacados de la cárcel-escuela por unos milicianos forasteros previo acuerdo con algunos miembros del Comité. Parece ser que por orden de Jose Antonio Valero, ambos fueron entregados a un misterioso señor de perilla. En la zona del Portazgo los suben a un camión, asesinándolos en el km. 213 más 400 m. de la carretera de Ocaña a Alicante (a unos 4 km. dirección La Gineta). Al amanecer otros milicianos son enviados a recoger los cuerpos, que son subidos a un carro atados con cuerdas y llevados al Cementerio. Según varias declaraciones, incluida la del propio sepulturero, los cuerpos iban tapados para ocultar las mutilaciones que les habían practicado.

     A partir de ahora veremos cómo a algunos milicianos no les bastaba con dar el tiro de gracia. Al ir en grupo, casi todos participaban disparando a los detenidos, por morbo, curiosidad o placer; tal vez también para practicar con armas de fuego. En ocasiones, otros se ensañarán con la víctima, procediendo a realizar burlas grotescas. Por otra parte, en estos asesinatos se evidencia el cambio de táctica. Los presos han sido entregados a unas milicias forasteras previo acuerdo con un misterioso señor de perilla, para posteriormente ser asesinados en el extra-radio de la localidad, al margen de testigos y de las miradas de los vecinos.

     Estos hechos y otros que veremos revelan, aparte de una aplicación desmesurada de la violencia más primitiva, la conflictividad e injusticias subyacentes durante el periodo anterior a 1936. En general, según Manuel Ortiz Heras, la represión de la retaguardia republicana fue más intensa en el interior agrario, donde se persiguió el poder local y a sectores sociales vinculados con etapas represivas anteriores. Dicha represión obedecía a venganzas y ajustes de cuentas acumulados en la cámara oculta de la memoria colectiva e individual. También se trataba de una violencia selectiva y clasista, encontrándonos en muchas ocasiones con que varios miembros de la misma familia son asesinados, como es el caso de los tres hermanos Cadenas Rodríguez de Vera o los miembros de la familia Collado Ballesteros, como veremos a continuación

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