lunes, 14 de abril de 2014

Reforma agraria y Revolución campesina según E.Malefakis

      Antes de ver en qué consistió la Reforma Agraria en La Roda, vamos a analizar una de las mejores investigaciones realizadas sobre Reforma Agraria en la España de los años 30. Se trata del trabajo de Edward Malefakis titulado Reforma Agraria y revolución campesina en la España del siglo XX. Teniendo como referentes a Pascual Carrión y a Juan José Linz, Malefakis publicaba esta obra por primera vez en Nueva York en 1970. Al año siguiente se publicaría en nuestro país.


     El libro se divide en dos partes. En la primera, el autor realiza un análisis sociológico de la distribución de la propiedad, de las formas de explotación y de la estructura de la sociedad rural en el sur de España. La segunda parte responde al modelo de la narración propiamente histórica, pasando a detallar los diferentes aspectos de la problemática agraria en nuestro país y a preguntarse sobre los porqués del fracaso de la reforma agraria y su vinculación con el origen de la Guerra Civil.

     Con respecto al régimen de propiedad de la tierra en España, tras el análisis de multitud de datos y variables, que en ocasiones puede resultar ciertamente tedioso, Malefakis destaca el carácter poco equilibrado y con grandes disparidades regionales del mismo, lo cual no es nada nuevo. Divide a España en dos grandes zonas: en el tercio Sur, esto es, Andalucía, Extremadura y la Mancha, las grandes propiedades controlaban una proporción de superficie cultivada dos veces y media mayor que en el resto de España. Además, por lo que se refiere a la Mancha, nos viene a demostrar que geográficamente esta región es la menos favorecida de las grandes zonas de la España árida no irrigada. Y aun siendo el trigo su cosecha más importante, los rendimientos eran bajos e inestables. No obstante, el predominio del latifundio aquí no será tan importante como en Extremadura o Andalucía. Excepción hecha de la Mancha, todas las regiones del Sur tuvieron buenos rendimientos.

   La razón que explica estas diferencias no será un condicionante de tipo climático-geográfico, sobre todo teniendo en cuenta la fertilidad de las tierras andaluzas, sino de tipo histórico o humano. Malefakis se refiere concretamente a las transformaciones de las relaciones de propiedad que tras las desamortizaciones del siglo XIX tan sólo favorecieron a los poderosos. Con ello, el autor no se refiere ni a las propiedades de la Iglesia ni de la nobleza, las cuales se habían visto bastante mermadas durante la desamortización, aunque todavía fuesen gigantescos terratenientes.

   La inmensa mayoría de la tierra en poder de los grandes propietarios pertenecía a individuos sin títulos nobiliarios. Malefakis habla de una nueva clase de propietarios burgueses, descendientes de familias que habían comprado tierras a raíz de la desamortización y amasado grandes fortunas. Esta nueva burguesía con posterioridad fue adquiriendo títulos de nobleza. El autor demuestra cómo la concepción popular sobre las propiedades rústicas de la Iglesia carecía de fundamento. Incluso la opinión general sobre la fuerza de la nobleza en el campo era notablemente exagerada. Muchos españoles se equivocaron al identificar a la clase rural dominante, que no era otra que una nueva clase de propietarios burgueses, plenamente integrados, por cierto, en la estructura política del país. Esto explicará en buena medida el porqué del fracaso de la reforma agraria. Uno de los aspectos más desfavorables e incomprensibles de la nueva ley será el relativo a los ruedos y arrendamientos, que afectó a un elevadísimo número de pequeños y medianos propietarios en el Sur de España. Éste junto a otros errores, la radicalización de anarcosindicalistas y socialistas por un lado, y de la clase terrateniente y católica por otro, la ambigüedad y lentitud con que el primer gobierno republicano emprendió la reforma agraria, serán factores decisivos explicativos de este fracaso.

   El carácter moderado y burgúes de este gobierno quedó de manifiesto en muchos aspectos, como cuando el mismo Azaña decía a principios de 1933 que “el ritmo de aplicación de la ley agraria dependerá del estado de las finanzas”. Lo prioritario serían las finanzas, y no la necesidad de establecer a los campesinos. De esta manera, por poner un ejemplo, la ley había puesto un límite inferior de cincuenta millones de pesetas, algo más de un uno por ciento del presupuesto estatal, menos de la mitad de la suma destinada a la Guardia Civil.

   No queriendo culpar exclusivamente al gobierno de Azaña, concluiré esta breve síntesis diciendo que nos encontramos todavía frente a un Estado burgués, defensor de la propiedad privada, más preocupado en la práctica por el orden, que por materializar sus teorías sobre una sociedad más justa y más democrática. Esta falta de interés profundo, esta contradicción interna, ha de considerarse como la causa fundamental de la mala administración de la ley agraria. Tanto los republicanos de izquierda y en ocasiones hasta los propios socialistas, se mostraron paralizados en los asuntos del campo. Si el gobierno se hubiera mostrado dispuesto y capaz para actuar con energía, la reforma hubiera podido ser un éxito. Todo estaba a punto para una auténtica puesta en práctica de la reforma, pero tras dos años de gobierno, hacia el verano de 1933, la caída del gobierno Azaña estaba a la vuelta de la esquina.

     La conclusión que Malefakis aporta sobre el fracaso de la reforma no puede ser otra que la incompatibilidad de las dos grandes fuerzas integrantes de la coalición de Azaña: socialistas y republicanos de izquierdas. Si hubieran tenido un programa de acción conjunta, la reforma no habría tenido un comienzo tan lento e ineficaz, aún teniendo en cuenta los fuertes movimientos de oposición a la reforma. Sin embargo, apunta, “la República probablemente habría fracasado bajo la mejor dirección posible porque las circunstancias en que funcionó fueron muy poco propicias y los problemas con que se enfrentó, muy complejos”.

En adelante analizaremos la Reforma Agraria en La Roda, que no pasó de la realización del Inventario de la Propiedad Expropiable y del censo de campesinos. Sin ya tener nada que ver con la Reforma, tras la sublevación militar, en el contexto de guerra, se procederá a la incautación y colectivización de numerosas fincas.

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