jueves, 21 de agosto de 2014

23 de agosto

     Antes de continuar con los avatares previos a la Guerra Civil en nuestro pueblo, daremos un pequeño salto hacia adelante, concretamente a julio de 1936. Sabemos que la situación no era nada halagüeña, ni por aquí, ni allende los Pirineos. A este lado de la cordillera, un débil régimen democrático sucumbe al poder político y económico de una minoría que se alza violentamente en armas contra su pueblo. No estaban dispuestos a compartir su omnipotente poderío. El gobierno legal, tras una serie de fatales tituveos, decide plantar cara a ese puñado de militares insurrectos, desencadenándose inmediatamente una cruenta guerra civil. Con el apoyo casi inmediato de la Alemania nazi, la Italia de Benito Mussolinni, el Portugal de Salazar y la complicidad de países como Inglaterra o Estados Unidos, la suerte de esta minoría quedaba bendecida desde el principio.

     Tras la sublevación de las guarniciones de Marruecos, el 19 de julio se producía la entrega del Ayuntamiento de La Roda a la Guardia Civil, afecta al movimiento subversivo, permaneciendo así la situación hasta el 25 de julio, fatídico día de Santiago para las hordas nacionales. Durante esta semana facciosa, regueros de sangre habían comenzado a inundar las calles y plazas de nuestro país. Por falta de tiempo, en nuestro pueblo no hubieron matanzas al estilo andaluz, aunque los cabecillas del golpe, bien se guardaron de encarcelar y apalear a todo aquél significado con la izquierda. Sin la traición militar, la masacre, que estaba por llegar, nunca hubiera acontecido.

     Algunas voces, voces provenientes de décadas de propaganda franquista, ecos de historias contadas a la mesa de las familias de orden, procedentes de creencias infundadas, en muchas ocasiones cargadas de odio, mentira y rencor, algunas voces digo, se encargaron de propagar diversos falsos mitos, entre ellos, que la canalla roja ya había matado en nuestro pueblo antes de la guerra. Y esta es una de las razones, señores y señoras, con la que muchos de nuestros convecinos justifican el alzamiento y la guerra. Es la respuesta a la estúpida pregunta de: ¿quién empezó a matar? ¿usted o yo? ¿usted que ataca o yo que me defiendo? No voy a negar que se trata de un debate maniqueo e ideológico que nos empuja a un callejón sin salida.

     El primer asesinato que nos consta en La Roda se produce a fecha de 27 de julio. Se trataba de Pascual, de 27 años, de la familia Cadenas Rodríguez de Vera. Muere abatido a tiros cerca del Monolito poco después de haber descendido del tren que lo traía de Madrid, donde estudiaba. Las circunstancias bélicas hicieron que efectivamente fuese la canalla roja la protagonista de este primer asalto en nuestro pueblo. Sin pretender justificar lo injustificable, es decir, el vil y cobarde asesinato, he de recordar que algunos se habían sublevado originando así un vacío de poder y una despiadada guerra sobre todo en sus primeros momentos. Podría aportar datos completos de cómo sucedió todo con respecto al asesinato de Pascual Cadenas, pues los vencedores bien se encargaron de investigar minuciosamente la muerte de sus caídos. Pero dado que el propósito de estas líneas es otro, completar los pormenores de esta primera víctima, me lo reservo para después.

     A continuación se producen más muertes, como la de los hermanos de Pascual, César y Leopoldo Cadenas. El 12 de agosto se encuentra el cadáver del fraile Pascual Parreño en la finca de Santa Marta. Dicen que de su cuerpo enterrado tan solo asomaba el brazo con el puño cerrado. Al día siguiente se hallan los cadáveres de los sacerdotes José Collado Ballesteros y de Jose María Herreros Alcaraz. El 23 de agosto se producía la fatídica saca de 77 presos de la cárcel y de la Iglesia, siendo los siguientes 24 fusilados en Quintanar de la Orden:

     


     Los cuerpos de estas personas fueron exhumados en Quintanar una vez acabada la guerra y enterrados en la cripta de la Iglesia de El Salvador. Posteriormente se les dedicó la placa que luce en la fachada principal del templo. Tanto sus cuerpos como su memoria vienen siendo honradas desde entonces año tras año. Hasta incluso en los libros del Juzgado municipal aparecen descripciones grandilocuentes en el momento de ser registradas las víctimas, con el añadido final que todos conocemos: caídos por Dios y por España. El próximo 23 de agosto se celebrará nuevamente una misa en su recuerdo.

     En primer lugar, me gustaría dejar claro que mi intención no es censurar el homenaje al recuerdo de las victimas, ni este caso, ni en ningún otro. Los descendientes de aquéllos que murieron vilmente asesinados están en todo su derecho de recordar y homenajear a sus muertos de la manera que consideren oportuna. Lo que resulta incomprensible es que estas personas y los poderes públicos que los amparan son precisamente los que se niegan a aplicar en su justa medida los términos de la Ley de Memoria Histórica, alegando paradójicamente que no están dispuestos a abrir heridas. Es decir, ellos pueden tener a sus muertos enterrados bajo la Iglesia y hacer misas y homenajes en su recuerdo. Mientras tanto, tenemos cientos de fosas comunes en nuestro país llenas de cientos de miles de cuerpos amontonados y a muchas de sus familias pidiendo una exhumación que casi nunca llega. Digo a muchas familias conscientemente, pues muchas otras no se han atrevido a solicitar una exhumación y sepultura dignas por la cultura del miedo y del silencio creados tras décadas de represión franquista; miedo que, como vemos y como yo misma he podido comprobar, por desgracia todavía persiste.

     Una vez finalizada la guerra, frente a la tapia del Cementerio de La Roda fueron fusiladas un total de 45 personas, la mayoría de ellas de La Roda. En Albacete también fueron pasados por las armas 29 individuos más, de La Roda también. Un resultado de 74 personas cuyos cuerpos todavía yacen amontonados y sin posibilidad de ser exhumados, no vaya a ser que se abran viejas heridas. Y a continuación te preguntas: ¿cuándo y de qué manera se cerraron aquellas heridas? o ¿acaso alguna vez estuvieron cerradas?. Mientras tanto, aquellos que prudentemente se niegan a la apertura de heridas, aquellos que dejaron todo atado y bien atado, el próximo 23 de agosto celebrarán nueva misa en la Parroquia de El Salvador. Están en todo su derecho…

    

jueves, 3 de julio de 2014

1934: un año muy convulso

    En artículos anteriores veíamos cómo el alcalde Vicente Arenas Ortega pedía la dimisión el 19 de septiembre de 1933 a fin de no lesionar sus intereses profesionales. Así es como el 25 de octubre era elegido José Cerdán Pérez como su sucesor en representación de Acción Republicana. Sin embargo, tampoco durará mucho en el cargo el último alcalde del periodo republicano-socialista. La izquierda burguesa de La Roda resultaría prácticamente barrida del escenario político tras las elecciones generales de noviembre de 1933, que como hemos visto, darán la victoria a las derechas.

    En mayo de 1934 se volverá a configurar por orden gubernativa un nuevo Consistorio en sintonía con el gobierno de la nación. El problema que tenemos para la reconstrucción de este periodo, más interesante puesto que es la antesala del alzamiento militar y de la guerra civil, es que no disponemos de las actas municipales. Efectivamente, en el archivo municipal falta el libro que debería ir desde marzo de 1934 hasta noviembre de 1935. De esta manera, hemos acudido a otro tipo de fuentes documentales y bibliográficas para obtener información del periodo.

    Como decíamos, asistimos ahora a la destitución de un gran número de consistorios municipales que estaban en poder de partidos de izquierdas, sustituyéndolos por comisiones gestoras integradas mayoritariamente por radicales y cedistas. El Agricultor Manchego, con fecha de 27 de mayo de 1934, nos informa del cambio de Consistorio por orden gubernativa. El nuevo Alcalde sería Antonio de la Peña Miranda. Los tenientes de alcalde, por orden: Job Escobar Montoya, Andrés Belmonte Cuenca, Leopoldo Cadenas Rodríguez de Vera y Joaquín Salvador Cebrián. Los síndicos: Federico Poveda Garví y Jose María Picazo Oñata. Y finalmente, como concejales: Joaquín Amez Rodríguez, Julián Fernández Cuenca, Miguel Servet Díaz Basauri, Ramón Ferrer Garrido, Rafael Valiente Sáiz, Elías Sáez Sánchez, Eloy López Moreno, Eloy Escribano García, Ricardo Atienza Carrasco, Amós Gil Pedraza y Diego Berruga Cebrián. Por su parte, en la Diputación Provincial, salía elegido por el distrito de La Roda, el cacique de Villarrobledo, Francisco Jiménez de Córdoba, que ostentó la Presidencia.

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lunes, 16 de junio de 2014

Cambios en partidos y agrupaciones políticas en La Roda de 1933 a 1936

En el capítulo sobre Partidos y Agrupaciones políticas en los primeros años de la República, veíamos cómo las antiguas formaciones dinásticas se republicanizan pasando a engrosar las filas de nuevos partidos significados con el nuevo régimen como el Partido Republicano Liberal Demócrata o el Partido Radical. Otras agrupaciones en las que destacará la presencia de la vieja y la nueva derecha serán Unión Agraria o las Juventudes católicas. Sin embargo, en estos primeros años, los sectores conservadores del país se mantendrán más o menos desunidos hasta 1933, momento a partir del cuál crecerán aunque lentamente. La gran excepción será la evolución que experimente la Confederación Española de Derechas Autónomas, CEDA, cuya transformación en partido de masas será fulminante debido sobre todo al apoyo de la Iglesia.

La CEDA había surgido en marzo de 1933 gracias a los esfuerzos realizados por Acción Popular por atraerse a las masas: grandes terratenientes, medios patronos, pequeño y mediano campesinado y sectores de clases medias claramente conservadores, todos ellos opuestos a la política de reformas sociales emprendidas por la República. El éxito de este partido con intereses tan dispares no habría sido posible sin la dirección, discurso ideológico y los recursos organizativos de la Iglesia.

En noviembre de 1934 era elegido Presidente provincial del partido, Pedro Acacio Sandoval, lo cual favoreció un mayor acercamiento con la patronal agraria. También se produce la incorporación de antiguos monárquicos liberales. Esta organización se reforzaba a su vez con la creación de secciones dentro del partido que canalizaran reivindicaciones de todos los grupos sociales, y muy especialmente la incorporación de las mujeres a la política, siendo este partido el que mayor militancia femenina tuvo. Como hemos visto en otros capítulos, su vinculación con la Iglesia le llevó a crear la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, Juventud Católica, Asociación Católica de Padres de Familia y Acción Ciudadana de la Mujer. Esto incrementó su militancia en muchos lugares, comenzando a constituirse multitud de comités. En La Roda, el Comité de Acción Popular fue Juventud Católica. Recibieron el apoyo de la publicación moderada afín al partido, El Agricultor Manchego.

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